LA PROPICIACIÓN

 La primera obra de Cristo en la cruz es la propiciación.

Dice 1 Juan 2:2; (…)  él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo (…).

No hubo un animal o ser humano que pudiera hacer ante Dios una propiciación perfecta por los pecados del hombre. Dios tuvo que enviar a su Hijo a la tierra, para que con su sacrificio y por medio del ofrecimiento voluntario de su sangre preciosa pudiera ejecutar ante El esa propiciación perfecta por nuestros pecados. Juan dice que Jesús es la propiciación por nuestros pecados.



 
¿QUÉ ES PROPICIACIÓN?

Acción agradable a Dios, con que se le mueve a piedad y misericordia. Sacrificio que se ofrecía en la ley antigua para aplacar la justicia divina y tener a Dios propicio.

Propicio = Favorable, inclinado a hacer un bien. Favorable para que algo se logre.

Propiciación es apaciguar la ira que tenia Dios por la ley que se ha violado.

El fin de la propiciación es conciliar y reconciliar al hombre con Dios.

Jesús fue el propicio (inmolado) y la propiciación (sacrificio voluntario ofrecido) porque soportó la ira de Dios contra los pecados de la humanidad.

Dios ya derramó en Cristo su ira y él no tiene más ira que derramar sobre los hombres.

Su justicia ya quedó satisfecha por cuanto Cristo pagó la condena de todos los pecados.

La propiciación que hizo Cristo quitó la ira de Dios.

¿QUÉ ES LA IRA DE DIOS?

La ira de Dios es un atributo de Dios

Juan 3:36 dice; (…) El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él (…).

Romanos 9:22 dice; (…) ¿Y qué, si Dios, queriendo mostrar su ira y hacer notorio su poder, soportó con mucha paciencia los vasos de ira preparados para destrucción?

Efesios 5:6 dice; (…) Nadie os engañe con palabras vanas, porque por estas cosas viene la ira de Dios sobre los hijos de desobediencia (…).

Colosenses 3:6 dice; (…) Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría; cosas por las cuales la ira de Dios viene sobre los hijos de desobediencia (…).

En el carácter de Dios no hay defecto alguno. Dios no puede desestimar el pecado. Dios solamente se deleita en lo puro. La ira de Dios es su eterno aborrecimiento de toda injusticia. Es el desagrado e indignación de la rectitud divina ante el mal y el pecado. Dios, como un juez recto, tiene que dirigir su justa ira contra todo lo que se llama pecado, donde quiera que se encuentre y en cualquier persona que se halle.

 ¿QUE PASABA ANTES DE LA MUERTE DE CRISTO?

Hebreos 9:2-22; (…) Porque el tabernáculo estaba dispuesto así: en la primera parte, llamada el Lugar Santo, estaban el candelabro, la mesa y los panes de la proposición. Tras el segundo velo estaba la parte del tabernáculo llamada el Lugar Santísimo, el cual tenía un incensario de oro y el arca del pacto cubierta de oro por todas partes, en la que estaba una urna de oro que contenía el maná, la vara de Aarón que reverdeció, y las tablas del pacto; y sobre ella los querubines de gloria que cubrían el propiciatorio; de las cuales cosas no se puede ahora hablar en detalle. Y así dispuestas estas cosas, en la primera parte del tabernáculo entran los sacerdotes continuamente para cumplir los oficios del culto; pero en la segunda parte, sólo el sumo sacerdote una vez al año, no sin sangre, la cual ofrece por sí mismo y por los pecados de ignorancia del pueblo; dando el Espíritu Santo a entender con esto que aún no se había manifestado el camino al Lugar Santísimo, entre tanto que la primera parte del tabernáculo estuviese en pie. Lo cual es símbolo para el tiempo presente, según el cual se presentan ofrendas y sacrificios que no pueden hacer perfecto, en cuanto a la conciencia, al que practica ese culto, ya que consiste sólo de comidas y bebidas, de diversas abluciones, y ordenanzas acerca de la carne, impuestas hasta el tiempo de reformar las cosas. Pero estando ya presente Cristo, sumo sacerdote de los bienes venideros, por el más amplio y más perfecto tabernáculo, no hecho de manos, es decir, no de esta creación, y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención. Porque si la sangre de los toros y de los machos cabríos, y las cenizas de la becerra rociadas a los inmundos, santifican para la purificación de la carne, ¿cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo? Así que, por eso es mediador de un nuevo pacto, para que interviniendo muerte para la remisión de las transgresiones que había bajo el primer pacto, los llamados reciban la promesa de la herencia eterna. Porque donde hay testamento, es necesario que intervenga muerte del testador. Porque el testamento con la muerte se confirma; pues no es válido entre tanto que el testador vive. De donde ni aun el primer pacto fue instituido sin sangre. Porque habiendo anunciado Moisés todos los mandamientos de la ley a todo el pueblo, tomó la sangre de los becerros y de los machos cabríos, con agua, lana escarlata e hisopo, y roció el mismo libro y también a todo el pueblo, diciendo: Esta es la sangre del pacto que Dios os ha mandado.   Y además de esto, roció también con la sangre el tabernáculo y todos los vasos del ministerio. Y casi todo es purificado, según la ley, con sangre; y sin derramamiento de sangre no se hace remisión (…).  

En el antiguo testamento, Dios le dio instrucciones a Moisés que construyera un tabernáculo de reunión. Ese tabernáculo tenía tres áreas: el atrio, el lugar santo y el lugar santísimo.

En el lugar santísimo estaba:

v  El arca del testimonio y esa arca contenía:

Ø  El maná que era símbolo de que el hombre había repudiado las provisiones que Dios le dio.

Ø  La vara de Aarón que era símbolo de que el hombre había repudiado la dirección de Dios.

Ø  Las tablas de la ley que eran símbolo de que el hombre había repudiado la santidad de Dios.

El arca del testimonio estaba en la parte más íntima del lugar santísimo. Sólo al sumo sacerdote se le permitía entrar a ese lugar intimo una vez al año en el día de la expiación. En ese día él entraba con la sangre de los animales sacrificados y debía rociar con ella la cubierta de oro del propiciatorio. Los ángeles querubines que representan la santidad de Dios eran los simbólicos guardianes de esta propiciación con sangre. Ellos veían que la sangre del sacrificio cubría la cubierta de oro del arca. Cuando esa cubierta de oro quedaba rociada con sangre, entonces, la situación pecaminosa del hombre quedaba cubierta haciendo posible que Dios perdonara al hombre. En esa cubierta rociada con sangre, era que Dios podía perdonar y tener misericordia del hombre. ¿Por qué Dios podía perdonar y mostrar misericordia? Porque el sólo veía la sangre del sustituto inocente que pagó la condena exigida, que era la muerte. Mientras no se rociara la sangre del animal sobre el propiciatorio, ese propiciatorio representaba un lugar de juicio, pero cuando era cubierto con sangre una vez al año, se convertía en un propiciatorio de perdón y misericordia porque la rectitud y la justicia de Dios quedaban satisfechas mediante la sangre derramada del sacrificio del animal.

Todo lo que se hacía una vez al año en ese propiciatorio era una sombra de lo que habría de venir.

Hebreos 8:5 dice; (…) los cuales sirven a lo que es figura y sombra de las cosas celestiales, como se le advirtió a Moisés cuando iba a erigir el tabernáculo, diciéndole: Mira, haz todas las cosas conforme al modelo que se te ha mostrado en el monte (…).

Si Moisés no hubiese hecho todas estas figuras conforme al modelo que Dios le trazó, se hubiera dañado toda la revelación que esas sombras representaban. Pero, Moisés fue obediente e hizo todo conforme al modelo. Un modelo es una prefiguración. ¿Cuál es el modelo de la propiciación? Es Cristo.

Romanos 3:25,26 dice; (…) A quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados (…).

Aquí Pablo nos enseña que la cubierta del arca representa a Cristo como el agente activo de la propiciación por nuestros pecados, pues fue a Cristo al que PUSO en el propiciatorio para que con su preciosa sangre rociara para siempre los pecados de la humanidad QUITANDOLOS de su naturaleza.

Durante los tiempos del antiguo testamento, los pecados del pueblo no eran quitados sino cubiertos por un año con la sangre de los animales sacrificados. Dios pasó por alto estos pecados cubiertos hasta la venida de Cristo, el Cordero de Dios que según Juan 1:29 quita el pecado del mundo. Por su muerte y el derramamiento de su sangre, El quitó todos los pecados que habían sido cubiertos y pasados por alto. Al pasar por alto todos los pecados de los santos del antiguo testamento, Dios mostró Su justicia para con ellos. El carácter ofendido de Dios FUE apaciguado por la muerte y el derramamiento de la sangre de Cristo, y esperando Dios esto, el sacrificio de Cristo le dio el perfecto derecho a Dios de declarar justo a todo aquel que cree en la muerte sustitutiva y salvadora de Cristo.

Hebreos 2:17 dice; (…) Por lo cual debía ser en todo semejante a sus hermanos, para venir a ser misericordioso y fiel sumo sacerdote en lo que a Dios se refiere, para expiar los pecados del pueblo (…)

Propiciar es del griego Hilasterión y significa “apaciguar la ira” de otro y a la vez “reconciliar a uno al satisfacer las exigencias del otro”. Cristo es nuestra propiciación, nuestro apaciguador, el quitador de la ira entre nosotros y Dios. Cristo es nuestro gran reconciliador.

Hebreos 9:11-12 dice; (…) Pero estando ya presente Cristo, sumo sacerdote de los bienes venideros, por el más amplio y más perfecto tabernáculo, no hecho de manos, es decir, no de esta creación, y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención (…).

Jesús como nuestro sumo sacerdote, entró en el lugar santísimo en el cielo, con el testimonio de su sangre derramada y allí obtuvo una eterna redención para los que creemos en su obra.

Cristo hizo esto una vez y para siempre, y esto nos enseña que no habrá que seguir haciéndolo vez tras vez, como tenían que hacerlo los sacerdotes del antiguo pacto. La sangre de Jesús es el testimonio eterno que siempre le recordará al Padre que su ira fue apaciguada. La sangre de Jesús es la prenda de garantía de que Dios jamás volverá a enojarse con ninguno que cree en la obra de Cristo en la cruz. La sangre de Jesús convirtió el propiciatorio de juicio en un propiciatorio de misericordia.

La muerte de Cristo quitó la barrera de separación entre Dios y el hombre. Apaciguó la ira justa de Dios contra el pecado. Si una persona pasa a la eternidad separada de Dios, eso no sucederá por causa de la ira de Dios, porque ya fue apaciguada. Será porque el hombre no aprovechó la gracia, la misericordia que Dios otorga por medio de la muerte sustitutiva y salvadora de Jesús.

 Bendiciones

Pablo José

Comments

Popular posts from this blog

LA LETRA MATA, PERO EL ESPÍRITU VIVIFICA

¿¿CUÁL ES SU EXCUSA PARA NO DAR LA BUENA BATALLA DE LA FE?

PONGÁMOS ORDEN A NUESTRA VIDA - PRIORIDADES CRISTIANAS