SE FUE MI HERMANA BETITA
Es muy difícil aguantar tanto dolor. Ya son 2 hermanos menores que parten de este mundo para descansar en los brazos de mi Dios. Es muy doloroso. Anoche se fue la hermana con el corazón más grande, desprendido y generoso que yo haya podido disfrutar. El diablo se lleva a los buenos y puros. La sonrisa mas hermosa que tenga en mi mente la tenía Betita. Hoy estoy muy triste. Solo Dios es mi consuelo. Comparto las palabras que leí hace varios años en Cúcuta, en la misa para mi hermano Orlando, cuando estábamos despidiendo su cuerpo físico, pues su alma y espíritu, como hoy las de Betita, ya estaban con Dios.
En un
momento como este el silencio parece ser la única expresión adecuada, ¿Qué
podemos, como simples mortales, decirle a un corazón triste y quebrantado? Tan
solo se me ocurre: Te queremos mucho Betita, y no queremos permanecer tristes
como quienes no tienen esperanza.
Aunque la
muerte no hace acepción de personas, pues no respeta género, nacionalidad, ni
siquiera edad, quiero manifestar en mí dolor, que tengo una esperanza viva. Sé
que la muerte es un enemigo, un enemigo de Dios, y enemigo de los hombres. Es
un doloroso intruso, y un recuerdo pernicioso de nuestra condición humana. No
es el deseo de Dios para nosotros, y por esto la rechazamos. Sentimos dolor, ira,
y tristeza. Queremos luchar contra ese enemigo que se esconde en lo invisible, la
muerte, pero el Señor Dios mismo ha prometido que Él es quien la vence por
nosotros.
Sin embargo,
sabemos también que la muerte no es el cese de la existencia, es solamente la
separación, del espíritu y del cuerpo. No lloramos por Bertita, nuestro ser
querido, pues sabemos que se encuentra en un mejor lugar. Nos entristecemos por
nosotros, todos los que la amamos, que compartimos su bondad, su alegría, que
en este día la extrañamos, que desde ya sentimos nostalgia por su partida. Pero
sabemos que el cielo es un lugar real, aun mejor que este mundo en que vivimos,
y que allí nos mudaremos en un tiempo todos, y compartiremos con ella nuevamente
por una eternidad, en gozo en la presencia del Padre.
Hablo a
todos mis hermanos, cuñados, hijos, sobrinos, nietos, amigos, en este día, a
todos aquellos que disfrutaron del gozo de conocer a Bertita, quien ya partió a
la presencia del Padre, para declararles que tenemos una esperanza viviente,
que nos permite regocijar grandemente, Jesús
ya no está en una tumba, Él vive, venció a la muerte y por que Él ha
vencido y vive, nuestra Betita también vive. Como Jesús vive, nuestro corazón
quebrantado tiene una esperanza, y una razón para regocijarse. Quiero decirles
que Betita vive hoy, no solo en nosotros, vive en un
mejor lugar, en el cielo, en la eternidad donde todos estaremos y nos
reuniremos.
Por tanto,
debemos escoger, nosotros los que continuamos por un tiempo más, ¿vamos a
frustrarnos por el tiempo que no pudimos pasar juntos?, o ¿vamos a ser
agradecidos por el tiempo que, si pudimos, que se nos permitió pasar en su
compañía?
La vida
física es un vapor de aire, efímera y pasajera. El tiempo se acerca, pronto
acabaremos la carrera y celebraremos la victoria juntos. Dios ha prometido
acompañarnos siempre, y nunca desampararnos. Es en momentos como estos donde
necesitamos más y más de su compañía.
Oro al Dios
que sana, para que restaure nuestros corazones, sabiendo que nunca seremos
iguales sin Betita, pero que Él nos llena de su paz y de la certeza de la vida
eterna. Pido confianza en el Señor que trae consuelo, que en Él descubramos el
alivio y la intimidad restauradora que muchos nunca han experimentado, en el
lugar de Su presencia.
Oro en
Cristo Jesús, amén.
Te amo
Betita. Nos hará falta tu tremenda sonrisa.
Pablo José
Duele mucho primo, pero reconforta saber que nos volveremos a encontrar.
ReplyDeleteBertica gracias por tanto, descansa en santa paz.