DEJÉMOSLO TODO EN LAS MANOS DE DIOS


Debemos aprender a descansar y estar quietos en la presencia de Dios, haciendo realidad en nuestras vidas que Él tiene cuidado de nosotros.



Quieto viene de una palabra hebrea que significa "dejar ir" o "liberar, “soltar” o “estar tranquilo”. Es como si Dios estuviese diciendo: Déjalo ir, libéralo, suéltalo, está tranquilo en mi presencia, que Yo me encargo de todo”.
En esta palabra Dios nos recuerda que necesitamos llegar a un punto, en que estemos dispuestos a someternos a Dios y reconocer que Él tiene control soberano, sobre cualquier circunstancia que nos ocupe en esta vida.

En la biblia encontramos muchos ejemplos de hombres y mujeres de Fe, que atravesaron circunstancias difíciles (de muerte física) y le entregaron a Dios sus situaciones, dedicándose a orar y a descansar (estar quietos) en Él, esperando Su respuesta.
ü  Los 3 jóvenes Judíos que fueron llamados Sadrac (Ananías en Hebreo), Medrac (Misael en Hebreo)  y Abed Nego (Azarías en hebreo), quienes se negaron a adorar la estatua del Rey Nabucodonosor, siguieron orando a  diario a Dios y ayunando,  pero los acusaron y fueron enviados al horno de fuego. Jesús los salvó y caminó con ellos dentro del fuego (el cuarto hombre que vio el Rey dentro del horno) protegiéndolos de cualquier quemadura.
ü  La reina Esther cuando oró, ayunó y buscó a Dios para que el malvado Amán, consejero del Rey, no lograra aniquilar al pueblo judío y el Señor le dio favor ante el Rey quien echó atrás el edicto y termino ahorcando al tal Amán.
ü  Daniel (Baltzazar en egipcio), a quienes los consejeros del Rey persa Darío, hicieron echar al foso de los leones. Jesús lo salva y termina el Rey echando al foso a todos sus consejeros con sus familias.
ü  A Pedro, cuando lo tenían preso para matarlo y envió a un Ángel para liberarlo.
ü  A Pablo y Silas, cuando estaban encadenados y flagelados y envió un Ángel para liberarlos.

Cuando nos damos cuenta de que verdaderamente somos incapaces de controlar una circunstancia de nuestra vida, podemos entregarle nuestra voluntad a la voluntad de Dios. Tal vez, finalmente, al no ver la solución en nuestras manos o en manos humanas de algún amigo o pariente, sea el momento de que dejemos de confiar en nuestras fuerzas o en las “palancas” humanas y confiemos en Él. Esto abrirá la puerta para que podamos experimentar todo lo que Dios quiere y tiene para nosotros. Después de todo, Él es nuestro Creador y tiene un plan perfecto para nosotros si lo dejamos orquestarlo.
Jeremías 17:5; (…) Así ha dicho Jehová: Maldito el varón que confía en el hombre, y pone carne por su brazo, y su corazón se aparta de Jehová (…).

Todos nosotros tenemos la oportunidad de llegar por medio de la oración, en el espíritu, a estar en la presencia de nuestro Padre, enfrente de Su trono de gracia, majestad y gloria. Y es ahí donde encontramos nuestra paz y podemos “estar quietos” en Su presencia, invocando Su favor, gracia y misericordia.

La Biblia nos lo recuerda en Hebreos 4:16; (…) Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro (…).

Si estamos pasando por alguna circunstancia que aparentemente no tenga solución humana o no la veamos posible de lograr, creo que es el momento de que nos acerquemos CON CONFIANZA y FE al trono de la Gracia de nuestro papito Dios, para entregarle todo lo que nos agobia. Dejémosle en Sus manos nuestras cargas para que Él se encargue de solucionar esa o esas situaciones, esa enfermedad, esa relación difícil.
Mateo 11:28; (…) Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar (…).

El Señor nos dice hoy: “Tranquilo, déjelo en mis manos, y sabrá que yo soy Dios, para el que no hay nada imposible. Puedo cambiarlo todo, porque soy el Dios Todopoderoso”.

Pablo José Ramírez H

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