EL PELIGRO DE LAS PREOCUPACIONES



Debemos pedir a Dios sabiduría para identificar y atender aquello que realmente es importante en nuestra vida. Si atendemos una sola cosa a la vez, todo lo que hacemos resultará mejor

La preocupación nos afecta
Lucas 10:38-40; (…) Aconteció que, yendo de camino, entró en una aldea; y una mujer llamada Marta le recibió en su casa. Esta tenía una hermana que se llamaba María, la cual, sentándose a los pies de Jesús, oía su palabra. Pero Marta se preocupaba con muchos quehaceres, y acercándose, dijo: Señor, ¿no te da cuidado que mi hermana me deje servir sola? Dile, pues, que me ayude. Respondiendo Jesús, le dijo: Marta, Marta, afanada y turbada estás con muchas cosas. Pero sólo una cosa es necesaria; y María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada (…).
Marta y María eran hermanas entre ellas y hermanas de Lázaro, el amigo de Jesús a quien resucitó. Jesús iba de camino predicando su evangelio y cuando pasó por una aldea, una mujer llamada Marta le recibió en su casa. Esta tenía una hermana que se llamaba María, la cual, en vez de hacer lo que Martha escogió, como fue ponerse a hacerles almuerzo, etc., decidió mejor sentarse a los pies de Jesús, a oír su palabra. Y Martha le hizo el reclamo a Jesús para que le dijera a su hermana que le ayudara. Y vean como le respondió Jesús. 
¿Les parece algo parecida esta escena a tantas cotidianas cuando en vez de atender primero las cosas de Dios, nos afanamos por las cosas del mundo? Todos tenemos múltiples preocupaciones y tareas. Somos seres integrales, con muchas facetas.  Las mujeres asumen rol de madres, esposas, hijas, profesionales, amas de casa, administradoras, enfermeras. Los hombres son padres, esposos, hijos, consejeros. En nuestra vida diaria estamos rodeados de situaciones que provocan tensión. Nuestra tribulación y angustia se nota, aunque pretendamos ocultarla.  Si nos preguntan, negamos la situación o la realidad y no la compartimos.

La palabra turbada que Jesús usó en este pasaje viene del griego perispao y significa “perdido mentalmente, alguien que divaga en sus pensamientos”. Cuando uno está distraído o preocupado, no ve siquiera lo que tiene o a quien tiene a su lado. A mi me pasa frecuentemente y he quedado muchas veces por grosero y mal educado pues ni siquiera contesto en voz alta los saludos de los amigos, por estar ensimismado o como decía mi mama, pensando en los huevos del gallo.

Eso le sucedió a Marta. Estaba tan perdida y mentalmente distraída con los quehaceres para atender a los invitados, que no atendió lo que quería el invitado principal, Jesús, que era realmente lo importante. Que le escucharan Su palabra.

El que mucho abarca poco aprieta
Marta quiso hacer tanto en una sola cena, que se preocupó demasiado y no disfrutó del invitado. Cuando se agregan muchos elementos a una situación, todo se complica. Es mejor tener conciencia de nuestras capacidades y enfocarnos en lo importante, para no hacer difícil el control y administración de nuestras tareas. Cuando agregamos muchos elementos a una situación, nos arriesgamos a fracasar. La sencillez facilita la ejecución y no disminuye la excelencia del resultado.  Podemos hacer muchas cosas y no ser premiado por ninguna o podemos dedicarnos a una y alcanzar reconocimiento.

Démosle a cada momento su propio afán
En esta pandemia mundial, que nos obliga a estar confinados, es importante comprender que podemos hacer muchas cosas, pero una a la vez. No podemos estar en un lugar y al mismo tiempo estar pensando en lo que haremos al salir de allí. Debemos atender una sola situación en cuerpo, mente y espíritu. Esta actitud elimina la tensión. Si tenemos la mente ocupada en muchas cosas a la vez, no atenderemos bien ninguna de ellas. 
Cuando pensamos en muchos problemas a la vez, no solucionamos ninguno y más bien agregamos otros. Marta no arregló los problemas que creía tener, por el contrario, agregó otro: arruinó la cena y la oportunidad que tuvo de escuchar y honrar al Señor. Ella no disfrutó el momento y no permitió que otros lo hicieran.  Jesús no entraba a la casa de cualquiera a comer. Él le dio a Marta la oportunidad de recibirlo y con su preocupación ella no lo aprovechó. Por el contrario, Zaqueo sí supo aprovechar su momento y con su actitud humilde y sin afán, recibió la salvación. Debemos cuidar que la tensión no robe nuestras oportunidades.

Consecuencias de la preocupación
Marta, con su preocupación y falta de atención a lo verdaderamente importante como era escuchar al Señor, causó mucha incomodidad.
Primero, acusó a su hermana injustamente.  Cuando estamos tensos hacemos comparaciones injustas y nos victimizamos o hacemos las victimas. Sentimos que todos se aprovechan de uno.  Pensamos que estamos solos y frustrados y nos aislamos.
Segundo, le pidió a Jesús que tomara partido y reprendiera a su hermana María porque no se acomedía a nada, según ella. De la misma manera, hay personas que quieren usar a Dios para componer la vida de los demás cuando son ellas quienes deben cambiar su actitud.
La Biblia dice en Mateo7:1-6: (…) No juzguéis, para que no seáis juzgados. Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís, os será medido. ¿Y por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo? ¿O cómo dirás a tu hermano: ¿Déjame sacar la paja de tu ojo, y he aquí la viga en el ojo tuyo? ¡Hipócrita! saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano (…)
Acá el señor nos dice que, si queremos ver un cambio en el prójimo, primero debemos cambiar nosotros. Antes de juzgar a alguien, debo juzgarme yo y pedirle al Señor que me ayude a formar carácter y a afrontar mejor las situaciones difíciles. Decir que primero hay que orar por otros y luego por uno, es falsa humildad.  Primero debo orar por mí, porque “uno” influye en “muchos”.
Tercero, Marta no pudo identificar lo importante. Jesús no entró a su casa a comer, sino a darle de comer Palabra. Cuando estamos tensos no nos enteramos de lo que sucede a nuestro alrededor. No vemos las oportunidades que tenemos en frente.  A veces nos hacen ofertas que ni escuchamos.  Si pensamos en muchas cosas nuestros sentidos se confunden y no prestamos atención. Debemos atender el momento que vivimos.

Deja la preocupación y concéntrate en lo necesario
En Lucas 10:41-42 leemos la respuesta que Jesús le dio a Marta: (…) Respondiendo Jesús, le dijo: Marta, Marta, afanada y turbada estás con muchas cosas. Pero sólo una cosa es necesaria; y María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada (…).
Vemos acá que hay muchas cosas importantes en la vida, pero sólo una es la necesaria. Todos tenemos muchas responsabilidades y cumplimos muchos roles, pero hay algo ineludible e indispensable. (el eterno dilema de saber discernir que es lo urgente y que es lo importante)
ü  Como estudiante la gran tarea es prepararse, si se hace bien se podrá hacer el resto.
ü  Como esposo la tarea es amar y respetar a la esposa, lo demás puede esperar.
Los mejores negocios son los que se mantienen enfocados en su objetivo primordial.
De todas las cosas ciertas e importantes de la vida, hay dos que son seguras y debemos prepararnos para ellas.
La primera es la muerte. Nadie es inmortal. La Biblia dice que los días del hombre son 70 años y que los más robustos llegan a los 80 años. Las personas tensas y preocupadas seguramente vivirán menos. Todos moriremos y es necesario preparar nuestra morada celestial.
La segunda es el destino de lo material. Al morir nada nos llevaremos, todo lo suyo será de otros.  Disfrute entonces lo que tiene y prepare a sus herederos, piense bien en lo que les dejará.  Mejor si es sabiduría y conocimiento del amor de Dios.

Cómo administrar las preocupaciones
Déle tiempo a los problemas.  No niegue ni evada sus preocupaciones. Si no enfrenta el problema, éste le acosará todo el tiempo.  Enumérelos, escríbalos, dibújelos, concéntrese y ore por la solución de cada uno de ellos. Recuerde que mas grande es el que está con nosotros que el que está en el mundo y que TODO lo podemos si estamos EN CRISTO quien es nuestra fortaleza. Recuerde que no hay tribulación por grande que parezca que no podamos sobrellevar de la mano de Dios y que EL siempre NOS DA UNA SALIDA. Si no encuentra la respuesta en su mente, déle espacio en su agenda para otro momento, pero no se lleve el problema para todas partes con usted.  No le otorgue a los problemas el tiempo que le debe dedicar a su familia, a sus amigos y a su Señor. Recuerde que debemos DESCANSAR en el Señor ENTREGANDOLE a EL ese problema y confiando en que El se lo solucionará o le mostrará la solución adecuada
Filipenses 4:4-6 nos anima: (…) Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos! Vuestra gentileza sea conocida de todos los hombres. El Señor está cerca. Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias (…).
Cuando esté atacado por algún problema, repita una y mil veces lo que el Señor nos dice: no te afanes por nada.  Recuerde que si está tenso no demuestra su gentileza y con esa actitud no hallará respuestas. Ore buscando en Dios la solución de los problemas y sea agradecido confiando que Él le dará la respuesta adecuada.
Y Filipenses 4:7-9 continúa: (…) Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús. Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad. Lo que aprendisteis y recibisteis y oísteis y visteis en mí, esto haced; y el Dios de paz estará con vosotros (…).
Somos líderes y como tales debemos mostrar paz, no tensión. El apóstol Pablo se mostró como un ejemplo de alguien pacífico y gentil por lo que pudo decirle a los Filipenses que hicieran aquello que habían aprendido, recibido, oído y visto en él.  El líder debe apacentar donde sea que se encuentre.  Debe ser instrumento de paz y no de preocupación. Debe ser como los deportistas profesionales que usan pulseras y cadenas para detectar cambios bruscos en su ritmo cardíaco y entonces buscan mecanismos para tranquilizarse.  Cuando uno está alterado no piensa bien y no reacciona bien.

Pidámosle al Espíritu Santo de Dios sabiduría para identificar lo necesario e importante y poder darle todos los días a cada cosa su justo lugar.

Bendiciones
Pablo José

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