TENEMOS UN CONSOLADOR - UN AYUDADOR
El regalo más
importante que nos dejó Jesús después de su muerte y ascensión al cielo, fue la presencia permanente
del Espíritu Santo, para que fuera nuestro ayudador, consejero y consolador, en
todo momento, y en especial cuando atravesamos circunstancias como las que vivimos hoy.
Juan14:26;
versión Lenguaje sencillo: (…) El Espíritu Santo
vendrá y los ayudará, porque el
Padre lo enviará para tomar mi lugar. El Espíritu Santo les enseñará todas las cosas, y les recordará todo lo que les he enseñado (…).
Versión Reina Valera 1960; (…) Más el Consolador,
el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho
(…).
Jesús
fue en su ministerio terrenal. “El Consuelo de Israel”. Cuando él estuvo en la
tierra era el consuelo de todo el que tuviera el privilegio de acompañarlo. Nos
imaginamos como corrían a Él sus discípulos a contarle sus angustias y como el
Maestro les consolaba hablándoles de que no tuvieran temor, tratándolos como un
padre trata a un niño.
Sobre
El cargaban toda angustia, gemidos y agonías y como un médico con un bálsamo,
les curaba todas las heridas. Debió ser hermoso escucharlo decirle a la
multitud:
Mateo 11:28; (…) Venid
a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar
(…).
Pero
Jesús debía cumplir Su propósito de morir en la cruz para la salvación de la
humanidad, para redimirnos del pecado y sabía que no podía dejarnos solos,
huérfanos. Por eso les explicó a sus discípulos:
Juan
16:7 Pero yo os digo
la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador no
vendría a vosotros; más si me fuere, os
lo enviaré.
Juan 14:16
Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre.
Jesús no nos dejó desamparados como
ovejas sin pastor. No nos dejó huérfanos. Antes de partir nos prometió
enviarnos Su Santo Espíritu, el poder de Dios, el maestro, consejero, ayudador,
consolador por excelencia. El viene a hacer morada en nuestros corazones cuando
recibimos a Cristo como nuestro Señor y Salvador. El nunca nos desampara,
está ahí para cualquier necesidad ayuda, guía.
Solo necesita que lo busquemos de
corazón y que nunca lo contristemos con nuestros actos carnales o pecaminosos, pues
donde exista pecado El se contrista no puede manifestarse.
Efesios 4:30; (…) No hagan que se ponga
triste el Espíritu Santo de Dios, que es como un sello
de identidad que Dios puso en ustedes, para reconocerlos cuando llegue el día
en que para siempre serán liberados del pecado (…).
Tenemos la ayuda ideal para
cualquier cosa que necesitemos. Debemos aprender a tener comunión con EL por
medio de la alabanza, adoración, meditación de la palabra de Dios y oración. El
siempre responde. Atrevámonos a usarlo.
Busquemos Su presencia todos los días.
Bendiciones
Pablo José
Comments
Post a Comment