BIENVENIDA A CASA BETITA

 Mi amada hermanita Betita descansó de esta vida y se durmió en el Señor, dejó su cascarón de cuerpo, su tienda de campaña temporal, y su alma y espíritu se fueron con papá Dios. Pero, antes de ir a su verdadera casa en el cielo, el Padre Celestial en Su trono, como el Juez justo, habló con nuestro único intercesor y abogado defensor, Jesús, y le preguntó: ¿Y Bertha Lucía qué? Y el Señor Jesús, tomó la palabra y le dijo al Padre: “Sí Padre, Bertha Lucía a la edad de ocho años, cuando tenía uso de razón, me dio su vida y creyó que yo fui al mundo para pagar por sus pecados con mi sacrifico de sangre en la cruz. Creyó que yo era Tu hijo nacido de la Virgen María, que resucité de entre los muertos y que volveré con poder y gloria por Mi iglesia, para traerlos conmigo por toda la eternidad. A partir del momento en que me reconoció como Su Señor y Salvador, vivió para cumplir Tu voluntad, y hacer lo que te es agradable. Yo morí por todos sus pecados. Está perdonada, porque creyó en mí. Solicito que la reciba para su entrada a su verdadera casa, el cielo, donde le tengo lista una mansión para su morada eterna".

Juan 14:2; (…) En la casa de mi Padre hay muchas moradas; si no fuera así, os lo hubiera dicho; porque voy a preparar un lugar para vosotros (…).

Al terminar Jesús Su intervención, Dios Padre se volvió hacia Betita, la abrazó y le dijo: “¡Perdonada fuiste, Bienvenida a casa!”.


Se cumple ahí la promesa de Dios en Su palabra: 2 corintios 5:1-3; (…) Nosotros somos como una casa terrenal, como una tienda de campaña no permanente; pero sabemos que, si esta tienda se destruye, Dios nos tiene preparada en el cielo una casa eterna, que no ha sido hecha por manos humanas. Por eso suspiramos mientras vivimos en esta casa actual, pues quisiéramos mudarnos ya a nuestra casa celestial; así, aunque seamos despojados de este vestido, no quedaremos desnudos (...)

Jesús siempre está a nuestro lado. Él está con cada uno de nosotros en este mundo y en el Cielo, y seguirá estando a nuestro lado para defendernos cuando los acusadores de los hijos de Dios, intenten hundirnos. Jesús siempre estuvo con Betita y lo seguirá estando en el cielo.

Debido a que Bertita creyó en Jesús, a que le pidió que fuera el Señor de su vida y a que puso su fe en Él y en Su obra redentora de sus pecados, en la cruz, podemos estar seguros de que el miércoles pasado en la noche, escuchó a Dios Padre decirle con una gran sonrisa y con Sus brazos abiertos: “¡Bienvenida a casa Betita!” Imaginémonos ese gozo de mi hermanita y disfrutémoslo al saber que, por la gracia y misericordia de Dios, por Su hijo Jesús, tenía su mansión esperándola, una espectacular casa en el cielo, para disfrutar la presencia del Padre por toda la eternidad.

 Te amo Betita. Disfruta a nuestros eres queridos que te precedieron y ve a hacerles unas arepas deliciosas, a cada una de sus moradas celestiales. Mientras tanto nosotros acá, seguiremos añorando Tu presencia y Tu cálida sonrisa.

 Bendiciones.

 Pablo José

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